Situado a 1040 metros sobre una meseta en la vertiente derecha del barranco encantado de Mascún, Otín es uno de los muchos pueblos deshabitados de la Sierra de Guara en el que un día sus gentes tuvieron por necesidad que emigrar de su hogar en busca de una vida mejor. El despoblamiento de estas sierras fue la tónica constante en la década de los 60 debido a la creciente industrialización en las ciudades y la falta de oportunidades en el campo dándose situaciones tristes y dramáticas en lugares donde antaño rebosaban de vida y alegría.

En aquellos años 60 Otín estaba formado por 13 casas y todavía permanecían 29 personas lo que lo convertían en un núcleo de grán relevancia en comparación con los pueblos de los altos valles de la Sierra de Guara que solían ser de 6 o 7 casas a lo máximo. Su remota situación y falta de comunicaciones como la de otros muchos, condeno a este bonito lugar ubicado sobre una preciosa meseta en el corazón del valle de Lupera a su desaparición. Hoy la vegetación y las cabras que se han adueñado del pueblo son los únicos testigos del paso del tiempo en el lugar mientras sus casas todavía aguantan de pie el envite de la soledad y del tiempo.

El acceso al pueblo abandonado de Otin desde Rodellar constituye la Ruta del Real de Mascún, un recorrido cargado de alicientes mientras el caminante va haciendo su camino. A lo largo del ascenso podremos contemplar la mistica fuente de Mascún de la cual brota el agua durante todo el año sin saber con certeza su procedencia, la original ventana del Delfín símbolo internacional de la escalada en Rodellar al que la erosión de la piedra, el agua y el viento ha moldeado a su antojo a lo largo de miles de años y las impresionantes vistas panorámicas de las agujas del Mascún Superior erigiéndose como una ciudad encantada digna de las novelas de J.R.R.Tolkien que incita a detenerse en el tiempo y contemplar desde lo alto del camino su belleza.

 

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