El área nororiental del Somontano queda enmarcada por el ondulado relieve de las Sierras de Salinas y la Carrodilla, cuyas alturas máximas, entre los 900 y los 1000 m. están pobladas de bosques y surcadas por ancestrales caminos.
Los barrancos que arañan sus laderas vierten sus aguas al río Cinca, gran eje vertebrador del territorio. Mientras que el río Cinca se remansa en el embalse de El Grado, abriéndose aguas abajo en mil brazos para formar un interesante humedal, el Ésera asoma en el Somontano a través del espectacular Congosto de Olvena.
El territorio ofrece también un completo paisaje cultural, ya que está cuajado de pequeñas poblaciones con grandes atractivos.
La Villa de Naval se sitúa a los pies de la Sierra de Arbe, en uno de los entornos naturales más bellos del Somontano.
Naval creció al abrigo de un castillo del que aún quedan restos junto a la actual colegiata. Ésta se erigió en honor a Santa María en el siglo XVI en estilo gótico tardío, y se amplio sucesivamente con capillas barrocas.
La villa es conocida sobre todo por su tradición alfarera, de origen medieval y morisco y aún viva. Los mejores lugares para descubrir los secretos del barro son los talleres de los artesanos alfareros y el Centro de la Alfarería, ubicado en el antiguo alfar rehabilitado “Casa Palomera”.
La sal también fue un producto que tradicionalmente dio trabajo y riqueza a los navaleses. El de La Rolda es uno de los múltiples salinares que se construyeron para explotar los manantiales salinos. En invierno la sal se guardaba en el alfolí, o almacén de la sal, una interesante construcción civil medieval. En verano, no puedes dejar de darte un relajante baño de sal en una de sus cinco piscinas. Flotarás sin el menor esfuerzo en sus aguas gracias a su salinidad, mayor incluso que la del Mar Muerto.
EL GRADO, el protagonista el agua.
Las aguas del Cinca serpentean entre paisajes abruptos y rocosos y se remansan en el Embalse que bien merece una visita.
La calle principal de El Grado discurre por la divisoria topográfica y hasta ella ascienden en acusada pendiente las calles de la villa. Todo su trazado y en particular la calle Mayor, cerrada por dos arcos apuntados, recuerda su pasado medieval. La parroquial de San Salvador (siglos XVI-XVII), de estilo gótico aragonés, es por sus dimensiones, una de las más monumentales de la comarca.
Otro de los espacios que podremos visitar es el Molino de Chuaquín, una interesante muestra de patrimonio cultural de carácter etnográfico y arqueológico industrial.
Junto a la localidad de El Grado se encuentra el Santuario de Torreciudad, en el centro de la Ruta Mariana, un centro espiritual de primer orden desde sus orígenes, hacia 1084, y lo sigue siendo en nuestros días dado que a él acuden año tras año cientos de miles de peregrinos de todo el mundo. Desde el santuario, suspendido sobre el azul del embalse, se divisan unas magníficas vistas del Pirineo.
ESTADILLA, al abrigo de la Carrodilla.
El casco urbano creció replegado a la sombra de un viejo castillo del que apenas se conservan restos. La Puerta del Sol (siglo XV) fue la principal de las cuatro, abiertas a los puntos cardinales y flanqueadas por torreones, que daban acceso al burgo medieval. La plaza Mayor, porticada, acoge el Ayuntamiento, edificio renacentista que responde al modelo de palacio aragonés del siglo XVI, al igual que otras casas hidalgas de la Villa (Casa Marro, Casa Sangenis,...).
En la zona de los huertos se encuentra la Fuente del lavadero (siglo XVIII). Además de capiteles con rosetas, carnosas hojas de acanto y volutas, presenta 12 cabezas de león a través de cuyas bocas vierten los caños. Es la más monumental de cuantas se construyeron en el Somontano.
En la sierra nos aguarda el Santuario de la Virgen de la Carrodilla, advocación que según la tradición tiene su origen en la aparición de la Virgen a dos carboneros que iban a hacer leña al monte. En sus inmediaciones se encuentran los abrigos del “Forau del Cocho” y la “Cova del Engardaixo”. Contienen pinturas rupestres de estilo esquemático que forman parte del conjunto declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Desde el santuario de la Carrodilla se puede llegar al pico Buñero (1109 m.), la mayor altura de esta agreste sierra en la que a través de simas y cuevas, se pone de manifiesto el fenómeno kárstico.
El río Ésera ha ido esculpiendo uno de los parajes más bellos del Somontano: el congosto de Olvena. Bajo el puente contemporáneo, por el que pasa la carretera que lleva al pueblo, se encuentra el puente medieval del Diablo, colgado sobre las verticales paredes del desfiladero. Otro puente medieval, el de la Sierra, une las dos orillas del río Ésera, desafiando al abismo que se abre bajo su único arco de medio punto. Por él se accede a la vía ferrata, donde disfrutarán los amantes de la escalada y la aventura.
La localidad se sitúa en lo alto de un acantilado rocoso, a la orilla derecha del curso del río Ésera, poco antes de su desembocadura en el Cinca. La iglesia parroquial sustituyó a la pequeña ermita románica del Santo Cristo situada en lo alto del acantilado y desde la que se contempla una espléndida panorámica del desfiladero.
Situado en la orilla izquierda del río Cinca, debe su nombre al gran puente lo cruzaba, uno de los más monumentales de todo el Alto Aragón. Era de gran longitud (unos 500 metros y veinte arcadas) y fue una pieza clave en las comunicaciones de la zona. Los cantiles de Yesos y los sotos del Cinca, incluidos en el inventario de Lugares de Interés Comunitario de la Red Natura 2000, albergan una gran biodiversidad: pez fraile, nutrias, alimoches, garzas, cigüeñas blancas y muchas otras especies acuáticas.
A partir del siglo XVI se gestó el actual paisaje urbano de Castejón. En la Plaza se erige la Casa Consistorial, con dos grandes arcad
as de piedra y rematada por una elegante galería de arcos de ladrillo. La iglesia de la Asunción es uno de los más hermosos edificios góticos construidos en el Somontano en el siglo XVI. Al exterior destaca el excelente trabajo de la piedra, y al interior, los limpísimos nervios de piedra y la decoración del presbiterio, del siglo XVIII. La bella torre renacentista, cuenta con cuatro garitones abiertos a los puntos cardinales que servían para “esconjurar” las tormentas y alejar los daños que producían.
La Ermita de la Bella, a poco más de 1 km. de Castejón, en origen de estilo románico (conserva la portada) se encuentra junto a un aljibe rectangular construido con voluminosos sillares de piedra.