La comunicación entre los pueblos del Valle de Rodellar se articuló, durante siglos, a través de una extensa red de buenos caminos cercados por muros de piedra seca, que impedían al ganado acceder a los cultivos.
Para salvar obstáculos como el paso del río se construyeron puentes (el de las Cabras o el de Pedruel) o simplemente pasaderas, grandes piedras que permitían a las personas pasar de una a otra orilla sin mojarse.
Junto a los troncos echados sobre el cauce, la colocación de piedras o losas es el sistema más antiguo y simple que ha venido usando el hombre desde la prehistoria. El vado de Pedruel se podía salvar gracias a estas pasaderas.
El aprovisionamiento de materiales o la necesidad de llevar el cereal hasta el cercano Molino de la Valle, requería el uso de caballerías para facilitar el transporte de las pesadas cargas. Burros, asnos, y mulos cruzaban también sobre las pasaderas.
Sin embargo, después de las tormentas, era frecuente que el tráfico quedara interrumpido ya que las piedras eran arrastradas con las grandes crecidas del Alcanadre. Una y otra vez, después de cada avenida, los vecinos de las población debían recolocar las piedras con gran esfuerzo para recuperar el paso.