No nos podemos ir de Azlor sin visitar su edificio eclesiástico por excelencia, que no es otro que la iglesia parroquial dedicada al culto y devoción de Nuestra Señora de las Victorias, bautizada así en conmemoración de la batalla de Lepanto.
Las obras se realizaron a caballo entre los siglos XVI y XVII por lo que la decoración de la portada, fechada en 1610, anuncia ya el barroco: invade cada rincón de la superficie. Los relieves tienen un aire precolombino y son muy similares a los de la iglesia de Olsón, en el Sobrarbe. Ambas construcciones llevan el sello del maestro de obras Joan Torón, que con Antonio Torón formó una dinastía de maestros que trabajaron en grandes construcciones del Somontano: Naval (1580) Colungo y Guardia (1585).
A la torre se accede a través de un tramo de escaleras labradas en la roca. Y, como dato curioso, diremos que los garitones de las esquinas se utilizaban antiguamente para esconjurar tormentas, plagas y otros peligros para los cultivos.