Huerta se encuentra al norte del Somontano, en un territorio de tal riqueza histórica que es considerado por muchos como un museo a cielo abierto: el Parque Cultural del Río Vero. Está también de camino al Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara. Al borde del camino y encaramado a la ladera de San Pedro, Huerta mira al río, que después de arañar las sierras, se toma un respiro para abrirse al valle.
Huerta es un vergel a orillas del Vero. Mientras los huertos sembrados de casetas son mimados por pacientes hortelanos, en las riberas duermen los vestigios de molinos y de viejos puentes de los que sólo quedan algunas piedras. La fuente nos habla del aprovechamiento inteligente del agua.
Las casas ocres, hechas de tierra y piedra, son el espejo de la vida de sus habitantes. Son construcciones simples, funcionales, perfectamente adaptadas al medio físico, a la tradición y a las necesidades vitales de sus constructores. Los símbolos solares y las rosas de cuatro pétalos grabadas en las dovelas de las viejas portadas de las casas ocultan significados perdidos en la memoria. Costeras empinadas, calles de otras épocas, íntimas, nos llevan al pasado y a la iglesia de la Asunción.
Los fuegos nocturnos que acompañan la fiesta de San Fabián y San Sebastián, el 20 de enero, nos remiten a antiguos ritos paganos que pretendían ayudar al débil sol a recuperar su fuerza y su calor. Reunidos los vecinos, asan las patatas al calor de la lumbre. Siguiendo el ritmo que marca la naturaleza, para el 15 de mayo, Huerta honra a su patrón, San Isidro Labrador y lo celebra con la típica calderada de judías. También en mayo sube de romería a Dulcis, donde la oración se hace fiesta. El ciclo culmina con la fiesta mayor para la Virgen de agosto.