Uno de los planes más apasionantes que ofrece la capital del Somontano es descubrir ese Barbastro renacentista que nació en el ensanche del siglo XVI, descendiendo desde la Plaza del Mercado hasta la Plaza de la Diputación, a través de sus callejuelas medievales y sus casas solariegas.
Uno de los edificios más famosos de esta zona es el Palacio Argensola, declarado Bien de Interés Cultural, y llamado así porque en él nacieron los hermanos Lupercio Leonardo y Bartolomé Juan Leonardo de Argensola, además del general Antonio Ricardos, todos ellos hijos ilustres de la ciudad.
Lupercio, nacido en 1559, y Bartolomé, nacido en 1562, fueron dos figuras clave de la cultura aragonesa a cuyas obras incluso dedicada su atención Cervantes en La Galatea. Lupercio destaca por su obra poética con sus dos tragedias conservadas Isabela y Alejandra, escritas en su juventud. Su poesía fue reunida y publicada por su hijo Gabriel junto con las de su hermano, el también poeta, Bartolomé, con el título de Rimas. Cronista mayor del Reino de Aragón, publicó obras sobre las Alteraciones de Zaragoza y continuó la labor de los Anales de la Corona de Aragón, con adiciones a dicha obra, escrita por Jerónimo Zurita.
Y en la misma casa vio la luz el ilustre militar Antonio Ricardos (1727-1794), después de haber tenido una vida llena de importantes servicios a la Corona, en especial a los reyes Carlos III y Carlos IV, que lo nombraron Capitán General de Cataluña.
Además de sus por históricos habitantes, esta casona, levantada en el siglo XVI y remozada en el XVII, es uno de los mejores ejemplos de casa solariega del Renacimiento aragonés. Asentada sobre un pequeño zócalo de piedra, la fachada principal de ladrillo posee tres cuerpos claramente diferenciados. El acceso al interior se realiza a través de una portada en arco de medio punto. Sobre ella se sitúa la planta principal, con dos balcones exteriores que se van alternando con ventanas adinteladas. Pero sin duda lo más llamativo ocurre en la parte superior, y es que en la falsa se abre un bellísimo mirador de arcos de medio punto, rematados con un alero de madera labrada y decorado con motivos de piñas colgantes, formas vegetales y otros motivos clásicos.
El interior ha sido modificado para adaptarlo a su uso de Casa Municipal de la Cultura, que acoge en la actualidad la Biblioteca Municipal, la infantil, Sala de Exposiciones y la Escuela Municipal de Música.