Este templo gótico, uno de los más monumentales del Somontano, debe su advocación a Jesús Salvador del Mundo y llegó a ser de tal importancia que aún hoy en día se conserva una bula papal expedida por Julio III en 1550 en la que se llegaba a reconocer como colegiata. De hecho, a finales del siglo XVIII llegó a tener reliquias de San Martín de Tous y San Antonio de Padua.
Pero llegó la época de la Guerra Civil y se destruyeron los imponentes retablos y adornos que en ella había. Contaba además con un órgano que también se quemó en la contienda española.
Las dos campanas que aún se conservan llevan grabado el nombre de Santa Bárbara, lo que indica que el campanario se utilizó para “esconjurar” tormentas, ya que tal y como dice el refrán: "Santa Bárbara bendita, que el sol trae y el trueno quita”.