Cuentan que en Salas Altas vivió la bruja Gracia la Nadala, cuyo poder era tal que llegó a presentarle a Dominica la Coja, otra conocida bruja de Pozán de Vero, al mismo diablo. Junto a otras brujas de la comarca, se reunían los viernes a medianoche en el Peñón de Güera para planear sus fechorías: echar mal de ojo a un niño, maldecir a los animales domésticos, incordiar a los novios en su noche de bodas,…

Temerosas de sus poderes, las gentes del Somontano intentaron protegerse mediante elementos mágicos: símbolos solares, cruces, aldabas o motilones, toscas figuras labradas en madera que se colocaban en los aleros para evitar que el mal penetrase en las casas.

Casa Cosme, Pedrochil y Mateu conservan en sus aleros de madera unos motilones, conocidos en Salas Altas como espantabrujas. Se trata de toscas figuras que recuerdan a rostros o figuras humanas Con su ubicación en lo alto de la casa, junto al acceso a las falsas, querían protegerla del ataque de brujas y otros demonios.

Cuenta la tradición que en esta localidad vivió una poderosa bruja, Gracia la Nadala. Su nombre aparece en el proceso inquisitorial abierto a Dominica la Coja, bruja confesa de Pozán de Vero. En él se dice que ambas habían matado a varias criaturas tras entrar en las casas ayudadas por el diablo.

En el camino de Salas Altas a Buera, se localiza el Peñón de Güera donde dice la tradición se reunían las brujas del entorno para celebrar maléficos aquelarres en los que se convertían en gatos negros y cabras ayudadas de pócimas y ungüentos.

 

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