Abiego cuenta entre sus edificios con el coqueto Convento de San Joaquín (siglo XVIII), de estilo barroco y situado en un cerro conocido como el Tozal de las Forcas.
En él se acumula la historia, ya que no siempre fue un convento. Antes sirvió como santuario, siendo la primitiva iglesia consagrada en 1740. Más tarde, en 1856, pasó a ser un convento gracias a la ampliación del edificio con la construcción de dos alas laterales que albergarían las celdas de los monjes. En 1913 fue habitado por una congregación de monjas clarisas y después sirvió también como colegio, fábrica de curtidos e incluso taller de confección de abrigos.
Todos los 16 de agosto, como marca la tradición, el convento vuelve a abrir sus puertas al culto y puede ser visitado.