Una de las curiosidades quizá menos conocida de Alquézar es que posee un esconjuradero y no solo eso, sino el significado mágico que le acompaña. Vamos a explicarlo.
La torre central de la parte más alta de la muralla de Alquézar, construida en el siglo XVI, fue recrecida en el XVIII y acondicionada como esconjuradero. Pero ¿qué significa exactamente? Los esconjuraderos son sencillas construcciones de piedra muy frecuentes en estas tierras, donde se tenía un terror atávico a las tormentas. Suelen estar en lo alto de cerros o montes, casi siempre cerca de iglesias o ermitas, y cuentan con aberturas hacia los cuatro punto cardinales, ya que su única función era esconjurar las tormentas.
Y es que antiguamente se creía que las tormentas eran provocadas por las brujas. De hecho hay testimonios antiguos de personas que aseguran que las han visto volar sobre nubarrones, dirigiéndolas. Es más, la leyenda dice que dentro de cada bola de pedrisco (granizo) hay un pelo de una bruja. Por ejemplo, en papeles de la Inquisición, hay revelaciones de cómo la bruja Dominica la Coja confesaba haber conjurado una gran tormenta de granizo, con cantos y bailes, orinando en el suelo, cogiendo el barro y lanzándolo después al cielo.
Tal era el miedo, que a principios del siglo XVIII la Colegiata de Alquézar contaba con esconjuradores que diariamente bendecían los términos y conjuraban los nublados y tormentas, tocando las campanas e invocando a Santa Bárbara.