Entre los siglos XV y XVI se impuso una tipología constructiva de castillo en la que se aunaban los elementos civiles con los defensivos, dando lugar a palacios fortificados que se extendieron por las tierras de señorío. Se trata de estructuras monumentales, normalmente de planta cuadrada con torres en las esquinas en cuyo interior se encuentran las estancias de un palacio. Algunos presentan las adaptaciones a las armas de fuego, como troneras para alojar la artillería.
Su principal objetivo era la defensa y control inmediato de las posesiones del marquesado, que a lo largo del siglo XVI presentaba un panorama bastante convulso, pues en esta época surgen enfrentamientos entre las localidades y la nobleza por los principales recursos (tierras, pastos, agua, montes...)
La construcción del castillo sobre una plataforma rocosa, el paso cubierto de acceso al centro de la población o las aspilleras que se abren en la torre, aportan un claro aire de fortaleza a este palacio, antigua residencia de los Marqueses de Artasona.
Integrado en el casco urbano ofrece una singular y hermosa imagen sobre las terrazas fluviales del río Cinca. Aunque está documentado en el año 1095 la obra conservada responde a la reforma de los siglos XV y XVI.
El conjunto cuenta con una torre de planta cuadrada con aspilleras y puerta en alto, a la que se adosa el palacio con varias plantas rematado por una galería de arcos. Cierra el recinto y el acceso a la población una puerta en arco con el escudo de los Claramonte, a cuya baronía pertenecieron estas tierras, antes de pasar a manos de los marqueses de Artasona.