Cregenzán se sitúa al norte de Barbastro, población a la cual se anexionó en la década de 1960.
Su economía se basó tradicionalmente en el olivo, que ha sido sustituido en los últimos tiempos por el cultivo de cereal y viñedo. En sus alrededores se conservan mimados campos de la variedad verdeña. Atravesando el pueblo y saliendo de él por el camino del cementerio existe un campo con hermosos ejemplares, todos de más de 500 años. De entre las oliveras de este mismo campo, destaca una impresionante de la variedad blancal o blanca
El núcleo urbano de esta localidad se emplaza en un terreno llano, desde el que se disfruta de una magnífica panorámica del Somontano. Los edificios se agolpan en torno a una calle de mayor desarrollo, de la que parten ramificaciones secundarias.
En el centro del pueblo se encuentra la iglesia parroquial, y aneja a ella, la abadía, construida en piedra, ladrillo y tapial en la misma época que el templo. Este lugar fue elegido por el obispo de Barbastro para pasar largas temporadas de descanso, lo que explicaría la magnitud y calidad de la obra realizada, tanto en la abadía, como en la iglesia, excesiva para una población de tan reducida entidad.
La iglesia de Cregenzán fue construida bajo la dirección de Joan de Çerain, maestro de iglesias de Guipuzcoa, a partir de 1574. Consta de una cabecera poligonal y una nave de dos tramos. Todo se cubre con bóvedas de crucería estrellada de rejola y algez (ladrillo y yeso), que debían construirse conforme está la cruzería de la yglesia del Hospital de Sant Julian de la Ciudad de Barbastro.