En la parte más alta de la villa se eleva una peña aislada, llamada “de la Espada” por tener esa forma... Dice la leyenda que una cruz hendida en la roca indicaba el límite sur del antiguo Reino de Sobrabe, aquel que se extendía más allá de la Sierra de Arbe, Sobre Arbe. Junto a ella aún se pueden ver los restos del viejo castillo, primero musulmán y tras la batalla del 1094, definitivamente cristiano.

Si el castillo representaba la espada, el poder militar y civil, la iglesia que se construyó junto a él simbolizaba el poder religioso, la fe.

El pequeño templo románico que precedió al actual, a los ojos de los hombres del siglo XVI debió aparecer como un edificio viejo, lóbrego y oscuro. Ese cambio de gusto y sus pequeñas dimensiones para una población próspera y en crecimiento, llevaron al Concejo de la Villa a plantear la construcción de una monumental iglesia que, a juzgar por sus dimensiones y su calidad, debió requerir un notable esfuerzo económico.

Se pueden rastrear sus orígenes románicos entre los casi ocultos muros de la torre: en su primer cuerpo, se ven los vanos del antiguo campanario medieval.

Naval obtuvo ingresos lo suficientemente importantes como para acometer una obra de tal envergadura gracias a la explotación de sus milenarias salinas, cuyo comercio desde la época medieval, se había extendido por todo el Reino de Aragón..

En la década de 1580, un excelente cantero llamado Joan Torón, buen conocedor de la piedra y del arte de la arquitectura, dirigió la construcción de esta iglesia.

Las últimas décadas del siglo XVI vieron cómo se alzaba la iglesia, homogénea y monumental, erigida sobre potentes muros de mampostería construidos para salvar el desnivel del acantilado rocoso. En todo sigue los principios de la arquitectura gótica de la época. Consta de una nave y cabecera poligonal, cubierta con bóvedas de crucería estrellada, que concentran la riqueza decorativa del interior del templo. Ventanas abiertas en lo alto de los muros, subrayan la importancia de las bóvedas.

El gótico se renueva en la portada, a través de una máscara decorativa renacentista, cuyo modelo es el arte de la Antigüedad. 

 

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