A la muerte de Alfonso el Batallador se creó un grave problema sucesorio, ya que en su testamento dejó como herederos del reino de Aragón a las órdenes militares. Para resolver el conflicto fue elegido por los nobles aragoneses como rey su hermano Ramiro II, monje benedictino.
Este se casó, con las licencias papales oportunas, con Inés de Poitou, de cuya unión nació en 1136 Petronila, futura reina de Aragón. Ramiro, presionado por la nobleza y el papado, concertó en Barbastro, el 11 de agosto de 1137, la boda de Petronila que sólo tenía cinco meses de edad, con Ramón Berenguer IV de 24 años, conde de Barcelona y caballero de la Orden del Temple, que por ser de linaje soberano podía, sin deshonra de la nobleza, ser tenente y príncipe de Aragón, asumiendo el gobierno de dicho reino.
Según la tradición este acontecimiento histórico trascendental tuvo lugar en la Plaza de la Candelera, en el barrio del Entremuro. De esta forma se unió Aragón y Cataluña, dando origen a la Corona de Aragón, ratificada en 1150 con el matrimonio de Petronila y Ramón Berenguer, celebrado en la catedral de Lérida. El reinado de Ramiro II solo duró tres años, hasta que una vez resuelta la crisis sucesoria del reino abdicó la corona en su hija Petronila.