PUEBLOS
Lagunarrota
Los 493 m. sobre el nivel del mar sobre los que se asienta Lagunarrota, convierten a esta localidad en un espléndido mirador sobre las Sierras Prepirenaicas y los Monegros. Desde aquí se divisan los confines del Somontano y las tierras que limitan con las comarcas de Ribagorza, La Litera, Cinca Medio, Monegros, Hoya de Huesca, e incluso con Cataluña. Al norte la mirada se clava en los picos del Pirineo, descansa en las sierras prepirenaicas y se pierde al suroeste, en la inmensidad de la llanura premonegrina.
A grandes rasgos el relieve del sur es tabular: los estratos están dispuestos horizontalmente porque esta zona no sufrió movimientos tectónicos de importancia tras la sedimentación de todos estos materiales. Aquí hallamos pequeñas plataformas elevadas, pedregosas y áridas que llamamos sasos. Su nombre proviene del latín “saxum” (piedra). En algunos de estos sasos las capas de mallacán (cantos rodados) dificultan el desarrollo de la agricultura: retirar las piedras del campo cada año supone una labor añadida y los útiles agrícolas sufren un mayor desgaste.
Campos de almendros, de cereal y olivares, con lindes de carrascas y coscojas ofrecen la posibilidad de disfrutar de un interesante paseo ornitológico entre buitres leonados, azores o perdices. Los cultivos son los que actualmente mayor superficie ocupan. Estacionalmente sufren grandes variaciones: en primavera, representan a un pastizal verde, manchado de blanco por los almendros en flor. Tras la cosecha del cereal son bien visibles unos pocos retazos forestales, muy cálidos y secos en verano, que sin embargo ofrecen sombra y un inolvidable olor a resina y plantas aromáticas. En sus alrededores no es difícil cruzarse con grupos de perdices rojas.
El trazado otogonal de sus calles confiere a Lagunarrota un aspecto ordenado muy diferente del de otros pueblos del Somontano. Las calles Mayor y de la Yedra convergen en un espacio relativamente amplio conocido como “la Placeta”. Las calles forman manzanas compactas, compuestas de pequeñas viviendas, de alturas similares, edificadas con ladrillo, tapial, teja y mampostería. En el extremo noreste convergen las calles Iglesia y del Horno, formando una plaza, que además es un mirador excelente, en la que se encuentra la Iglesia de San Gil Abad.
Los orígenes de la parroquial son románicos y se remontan al siglo XII como muestra el exterior del ábside semicircular. Fue profundamente renovada en el siglo XVI, época a la que pertenecen la potada abierta en arco de medio punto y los dos cuerpos inferiores de la torre. El estado ruinoso en el que se encontraba la construcción motivó la más reciente intervención que tuvo lugar entre los años 1964 y 1966.
Lacuadrada
El Grado - Lo Grau
El municipio de El Grado-Lo Grau integran cuatro núcleos: Artasona, El Grado, Coscojuela de Fantova y Enate. Su localización privilegiada permite disfrutar de la naturaleza de mil maneras, conocer interesantes muestras de patrimonio, adentrarse en la cultura y las tradiciones populares y degustar los manjares de la tierra y los vinos de Guara Somontano.
El casco antiguo de El Grado, de posible fundación romana, se organiza en calles estrechas. Tras la invasión musulmana el pueblo fue recuperado por el rey Sancho Ramírez en el 1083, pasando luego a manos de la Baronía de Antillón, cuyo señorío se vendió a la ciudad de Zaragoza. Su esplendor medieval queda reflejado en su apiñado paisaje urbano. La calle principal de El Grado discurre por la divisoria topográfica y hasta ella ascienden en acusada pendiente las calles de la villa. Todo su trazado y en particular la calle Mayor, cerrada por dos arcos apuntados, recuerda su pasado medieval.
La iglesia parroquial de San Salvador (siglos XVI-XVII), de estilo gótico aragonés, es, por sus dimensiones, una de las más monumentales de la comarca.
La vida de la villa discurrió apaciblemente hasta el siglo XX, cuando la construcción de la presa y el pantano marcaron un cambio paisajístico y de desarrollo en la totalidad del municipio.
El embalse nos brinda otra forma de apreciar la naturaleza, a través del agua, elemento clave en la vida diaria del municipio. Las aguas del Cinca serpentean entre paisajes abruptos y rocosos y se remansan en la presa, brindando a El Grado la riqueza de la pesca. Abundan las truchas, black-bass, luciopercas, carpas, barbos...
El Grado celebra sus fiestas mayores el 8 de septiembre, en honor a la Virgen del Viñero con la representación medieval de “La Morisma” (día 9) en la que los vecinos escenifican la lucha entre moros y cristianos que concluye con la aparición de la Virgen del Viñero. El mismo día se celebra la pisada simbólica de las primeras uvas de la vendimia.
Durante muchos años se celebró el Campeonato Mundial de Parchís, que reunía en El Grado a más de quinientos participantes de todas las edades. Durante un fin de semana los dados y el tablero eran los auténticos protagonistas en la vida del municipio.
Ilche
Ilche es cabecera municipal de los núcleos de Fornillos, Monesma, Morilla, Permisán y Odina, que se extienden por una gran llanura agrícola, tradicionalmente dedicada al cultivo del cereal y recientemente transformada por la introducción del regadío.
La Iglesia parroquial de San Juan Bautista fue construida en el siglo XVIII con tapial, piedra y ladrillo. Presenta al interior elementos propios del barroco como la cornisa, sumamente moldurada, o la bóveda de cañón con lunetos con la que se cubrieron las capillas. Fueron los propios vecinos de la localidad quienes, con su esfuerzo y tras haber quedado arruinada, volvieron a cubrir la nave en fechas recientes con una techumbre plana.
En sus proximidades se encuentran los restos del Castillo medieval de Gramapán. La parte más elevada del cerro de arenisca donde se asienta la fortificación, se trabajó para acentuar su verticalidad y que sirviera como defensa. Quedan restos de una torre realizada con grandes sillares dispuestos en hiladas regulares y dos aspilleras.
Ilche celebra sus fiestas por San Cosme y San Damián, el 26 de septiembre.