Una vez en Ponzano, merece la pena acercarse hasta la ermita de San Román, que se encuentra en medio de la antigua ruta de trashumancia que discurre entre el Pirineo (Broto) y las tierras bajas (Mequinenza). Tradicionalmente las tierras del Somontano han sido atravesadas por grandes rebaños que subían hacia los pastos pirenaicos para pasar allí el verano y bajaban de nuevo a la Tierra Plana en busca de inviernos más benignos. La ermita fue lugar de parada frecuente entre los pastores que realizaban dicha ruta, muchos de los cuales hacían noche en la casa adosada a la propia ermita, que hacía las veces de hospedería; junto a ella existió un descansadero para los rebaños trashumantes.
Se trata de una coqueta ermita barroca de finales del siglo XVIII, construida en piedra. Adosada a ella sigue en pie una casa que corresponde a la residencia del ermitaño y que era precisamente la que funcionaba como hospedería. Y en la misma plaza los visitantes encontrarán una cruz de término alzada en el medio.