Erigido hacia el siglo XIII, es uno de los más antiguos conservados en Guara Somontano y también de los más bellos. Por él se accedía a Colungo y a la sierra desde el camino de Barbastro.
La precisión de su montaje, el excelente corte de la piedra y el hecho de que haya sobrevivido a los fuertes envites del Vero, dan cuenta del buen hacer de los maestros ponteros que lo construyeron. Algunas marcas en las dovelas que conforman el arco indican que contaron con grúas elevadoras para facilitar su montaje.
El perfil a dos vertientes del tablero, formando el "lomo de asno" característico de los puentes medievales, le aporta una esbelta y elegante silueta incrementada por la considerable luz y altura de su único arco. De hecho su nombre popular, de la “albarda” hace referencia al aparejo que las caballerías de carga llevan sobre el lomo.