La abundancia de aljibes en las tierras de Castejón del Puente, da cuenta de la ancestral necesidad del hombre de almacenar el agua allí donde obtenerla era difícil.
El aljibe de La Bella, de planta rectangular, muy próximo a la ermita, se construyó con voluminosos sillares de piedra. Los canalillos labrados en la roca conducían el agua de lluvia hasta el interior de la estructura. Cuentan los lugareños que tras las tormentas, el aljibe alcanzaba los dos metros de profundidad.
Para evitar que personas y animales cayeran en su interior, se rodeó de un muro. Unas escaleras compuestas por inmensos bloques de piedra arenisca, facilitaban a los vecinos el acceso al agua. Hasta hace poco, era fácil verlos llenando sus cántaros con agua para beber y cocinar.